Septiembre 2013 SALTA y JUJUY (R.A.)


A fines de este invierno austral, decidimos recibir la primavera recorriendo durante 2 semanas en el jeep las provincias argentinas de Salta y Jujuy, con la intención de hacer un reconocimiento previo del tramo Norte de la Ruta Nacional 40 (de Cafayate a La Quiaca) con vistas a un futuro recorrido en moto con amigos.
Pernoctamos la primera noche en Frías (Santiago del Estero), la segunda en Cafayate (Salta), la tercera en Cachi (Salta), las 2 siguientes en San Antonio de los Cobres (Salta) la sexta en el Paso de Jama (Jujuy), las 3 siguientes en La Quiaca (Jujuy), otras 2 en Iruya (Salta), y la ultima en Rosario de la Frontera (Salta).
Innumerables pueblitos de leyenda pasaron frente a la ventanilla, en los que paramos a comer, tomar fotos o dormir: Angastaco, Molinos, Seclantás, La Poma, Caucharí, Catua, Susques, Purmanarca, Tilcara, Huacalera (trópico de Capricornio), Humahuaca, Abra Pampa, Iturbe, etc.
Lo más destacable: la amabilidad de su gente y su predisposición para atender al viajero; lo más agobiante: la aridez por doquier.
Nuestras metas eran conocer el paso del Abra del Acay, el 2º paso carretero más alto del mundo, de casi 5000 metros de altura (el primero está en el Himalaya), el Viaducto La Polvorilla (del Ramal C-14 del FFCC Belgrano, el “Tren de las Nubes”), dormir una noche en el Paso de Jama (que yo ya conocía de ir en moto a Machu-Picchu, pero Patricia aun no conocía), descansar unos días en La Quiaca (con visitas a Yavi y a Villazón-Bolivia incluidas), conocer Iruya (que en algunas postales parece una aldea de los alpes suizos…pero personalmente, en esta epoca del año, se parece más a las montañas afganas), y recorrer nuevamente los casi 100 kms. del viejo tramo de la Ruta 9 (“La Cornisa”) entre Jujuy y Salta, recientemente repavimentado e impecablemente conservado que, como en nuestro anterior viaje al NOA nos parecieron los kilómetros más pintorescos de todo el viaje.
Pese a que durante horas recorrimos cientos de kilómetros de inhóspitos trayectos ripiados en los que no encontramos otros humanos, ningún inconveniente mecánico ni de salud (por el apunamiento) empañaron la travesía, por lo cual la consideramos exitosa.

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